Pequeña de tamaño, enorme de corazón.

Recordaba la otra vez, cuando eras una cría, una bebita hermosa, como te gustaba correr a toda velocidad en el jardín y tomar impulso para saltar sobre las matas de geranios. Igual te gustaba arrancar los geranios recién plantados, nunca los que ya tenían raíces profundas. Siempre te gustaron las fotos, posabas y te quedabas quietecita. Eras muy respetuosa de la hora, siempre a las 5:30pm aparecías por el patio frente a la cocina en espera de tu leche cuando eras bebita. Ya adulta, siempre buscabas la forma de llamar la atención para que te diéramos de comer. Al igual que tu hermana Malú, siempre te gustó revolcarte en el césped recién contado.

No podías escuchar el abrir de un paquete de comida (galletas, papas fritas, etc.) que salías corriendo y te plantabas frente a uno con la mirada fija no en mi, sino en el paquete. Igual como te gustaba hasta el empacho comer pop-corn o palomitas de maíz. Y al dormir, te metías dentro de la cama y suavemente empujabas para que te dieran espacio. En el cuarto de mi madre, donde pasaste los últimos 8 años, esta tu camita, con tus tatos (muñequitos), recordando donde preferías dormir, aunque mi madre ha dejado 2 tatos en la almohada al costado de la suya, pues también te gustaba dormir sobre esa almohada.

Casi 15 años con nosotros. Tanto tiempo pero tan poco para demostrarte el amor que te tengo. Mi primera hija, mi inolvidable hija, “la luz de mis ojos, la alegría de mi rostro”.

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